viernes, 6 de octubre de 2017

XIII Noche


Lo que la luna me mostró, las densidades de la oscuridad bajo las ciegas noches, en esos momentos que las almas humanas se resguardan del frío y silencio nocturno. Danzarines del viento y la melancolía que susurran al helado aire sus tristes pensamientos. Bellas melodías de conocimiento y sabiduría sonantes como armonía de serafines angélicos. ¿Quién oye sus cantos, cuantos se empapan de ciencias y lágrimas bajo la luz de luna?

Los profundos abismos impregnados en toda abundancia de exquisito conocimientos e inimaginables verdades, fragmentos de las ciencias del mundo encarnado y etéreo, volando por doquier opacados en oscuridad. ¿Cuánto sacrificarías por obtener el descenso a tal consumador lugar? Ciertamente la propia vida es un pago justo para emprender tal viaje, un último gozo de placer eterno con posibilidades cero de retorno.

Por esta tierra vacía de apuñalada tristeza, caóticamente desierta, lamentablemente desatendida, y de nefasta falta de entendimiento, camino yo, ¿cuándo será el entierro de tal vida tan muerta? Se ha quemado, sea olvidado y descartado el órgano de la inteligencia de las multitudes, se anuncia por aquí y se grita por allá la ignorancia de los muchos en volumen masivo.

Estando de pies frente a la muerte, ¿Con qué protegerás tu alma en ese instante? ¿Tienes los conocimientos necesarios para resguardarte de la mano seductora de la destrucción? En la hora de las intensas tinieblas, cuando la voluntad del oscuro impera, solo el poseer de las sabidurías arcanas puede ser tu grito de libertad, no menosprecies el consejo de los sabios, no te engañes ante ti mismo, el segador de destinos en cualquier instante puede aparecer delante de ti.